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Guillermo2008
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Username: Guillermo2008

Mensaje Número: 11
Registrado: 02-2008

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Enviado sábado, 22 de marzo, 2008 - 08:08 pm:   Editar Mensaje Borrar Mensaje Ver Mensaje/Comprobar IP Imprimir Mensaje    Compartir Mover Mensaje (Sólo Moderador/Administrador) Prohibir IP de este Remitente (Sólo Moderador/Administrador)
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TESTIMONIOS EN AUDIO
DE EX-SACERDOTES Y OTROS :

http://www.laplumadivina.es/15.html




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TESTIMONIOS DE EX-SACERDOTES CATÓLICOS


ANTHONY PEZZOTA
(ex-Sacerdote Católico Romano, actual Profesor en el Seminario Teológico Asiático de Quezón y Misionero de la Sociedad Bautista Conservadora de Misiones Extranjeras (CBFMS)

"Cuando estudiaba teología en Inglaterra comencé a tener serias dudas acerca de algunas doctrinas de mi iglesia, las que encontraba difícil de reconciliar con las Escrituras. Estas dudas siguieron preocupándome aún después de mi ordenación, pero luchaba por suavizarlas sumergiéndome en mis estudios y enseñando algunas asignaturas. Mi agenda era tan apretada que quedaba poco tiempo para la investigación o la oración.."
"Entre los estudios para el sacerdocio teníamos tres libros de texto sobre la Biblia, pero no la Biblia misma. Después de años de estudios y trabajo manual en el monasterio, fui ordenado sacerdote. Serví en cinco parroquias en la región de Lamount, Alberta. Oficiaba misa todos los días, escuchaba las confesiones, recitaba el Rosario a María, hacía devoción a muchos santos, recitaba el breviario de oraciones cada día, y como monje, realizaba mis penitencias con más fervor que nunca. Pero nada de eso satisfacía mi alma cansada. Mi alma se encaminaba a un desasosiego más profundo que cuando era un muchacho. Pero Cristo fue fiel en su cuidado de mí. Después de ser ordenado sacerdote me familiaricé con la versión católica de la Biblia y en ella encontré versículos asombrosos que contradecían mis propias creencias y prácticas. El Libro de Dios decía una cosa, mi Iglesia otra. ¿Quién tenía razón? ¿La Iglesia Romana o Dios? Finalmente creí en la Palabra de Dios."



BARTHOLOMEW F. Brewer
(ex-Sacerdote Católico Romano, actual Director y Fundador de la "Misión Internacional para Católicos")
"La decisión de dejar el sacerdocio no fue nada fácil. La afirmación de Roma de que no hay motivos objetivos para dejar "la única iglesia verdadera" era algo para considerar cuidadosamente. Los católicos tradicionalistas me calificarían de "sacerdote Judas", digno de ser condenado, excomulgado y evitado. Sí, había muchas dificultades implicadas en dejar la seguridad del redil católico romano, pero he descubierto que Jesús nunca falla. Feliz el día cuando todos los que pronuncien el nombre de Jesucristo comprendan que la Biblia es la única fuente de autoridad que no cambia."
"Tal vez la razón por la que muchos consideran la Biblia como insuficiente es que no la han estudiado a fondo. Mis apuntes de los trece años de enseñanza formal en la orden de los Carmelitas Descalzos muestran que solamente tuve doce horas semestrales de Biblia. Esto ya es una evidencia de que las Escrituras no son la base de la enseñanza católica romana." "Comprendí finalmente que yo había estado confiando en mi propia justicia y esfuerzos religiosos y no en el completo y suficiente sacrificio de Cristo Jesús."




CHARLES Chiniquy
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Mi gran objetivo era confundir a los ministros protestantes de América. Conseguí una copia de "Los Santos Padres" y la estudié día y noche con las Sagradas Escrituras para prepararme para la gran batalla que quería pelear contra los protestantes..." "Me dije: "No soy salvo, como pensaba, por ir a María; no soy salvo por el purgatorio, o por indulgencias, confesiones o penitencias. Soy salvo solamente por Jesús". Y todas las falsas doctrinas de Roma se fueron de mi mente como cae una torre que ha sido golpeada en su base..."



PETER Alphonsus Sequin
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...No culpo a las personas católico romanas sino al sistema Católico Romano y a los hombres que lo gobiernan..."


HUGH Farrell
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...La mayoría no se preocupa por la lectura de las Escrituras. Además, muchos temen interpretar la Palabra de Dios en forma contraria a las enseñanzas de la iglesia de Roma. En mi caso particular cuando, muchos años después dejé el monasterio, todavía tenía los tres libros mencionados. "Las Glorias de María" ya no tenía tapas, se habían gastado. La cubierta de "La imitación de Cristo" colgaba de algunos hilos. Sin embargo, el "Nuevo Testamento" todavía estaba nuevo. Lo había leído solamente cuando quería comparar una traducción del latín con el inglés..."
"...Cada vez que escuchábamos algún pasaje que parecía estar en conflicto con la enseñanza de la iglesia de Roma, decidíamos que no lo estábamos interpretando correctamente, o llegábamos a la conclusión de que no contábamos con suficiente conocimiento de las Escrituras como para interpretar el pasaje: "Justificados, pues, por la fe..." (Romanos 5:1) lo entendíamos como si dijera "Justificados, pues, por la fe en la Iglesia Católica Romana..." "...Cuando surge alguna duda en relación con alguna importante doctrina enseñada por la iglesia de Roma, debe ser rechazada, porque mantener una duda así (voluntariamente) es señal de que Dios puede estar quitándole a uno la vocación sacerdotal y poniendo en peligro su salvación eterna..." "El programa diario de vida [del sacerdocio] está tan bien pensado por la iglesia de Roma que gradualmente destruye la propia personalidad y uno es moldeado según un patrón diseñado por la iglesia de Roma para adecuarse a su propósito - la completa renuncia a uno mismo. A pesar de la gran estima en que el laicado de la iglesia romana tiene al sacerdote, las autoridades eclesiásticas lo consideran meramente un número en su plan para la conquista del mundo por la Iglesia Católica Romana. En consecuencia, si el sacerdote ha de servir a su propósito, debe recibir un lavado cerebral a fondo..."


VICTOR J. Affonso
(ex-Sacerdote Católico Romano, Jesuita por 17 años - Evangelista en Estados Unidos y la India - Fundador y Director de Cornerstone International)
"...La razón por la que los católicos no pueden entender ni proclamar este Evangelio es que no están abiertos para recibir esta convicción cuando son reprendidos por el Espíritu Santo, ya que han recibido un lavado de cerebro por parte del sistema católico romano para quedar inmersos en la salvación por las obras humanas, y se mantienen ignorantes de la verdad del evangelio de la Biblia... El Evangelio y la comisión de Jesús están siendo negados por clérigos que no tienen el poder del Espíritu Santo (y probablemente no son nacidos de nuevo). En lugar de ello están originando "iglesias muertas" por medio de las "buenas obras" y los rituales (sacramentos), "amuletos" (escapularios, medallas) y "mantras" (cantos, novenas, rosarios), cosa que los paganos hacen igual o mejor."


THOUFIC Khouri
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Tenía varias clases de Biblias en árabe, arameo, latín y francés. Pero en realidad nunca la había leído a conciencia, es decir, tomándola con un corazón necesitado. No tenía reverencia por la Palabra de Dios ni respeto por este libro del Señor..." (87)


SIMON Kottoor
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Durante veinticinco años fui un sacerdote católico romano que seguía estrictamente los rituales de un sistema que me envolvía como una enorme e infranqueable fortaleza de oscuridad e ignorancia de la Palabra escrita de Dios..."



JOSE MANUEL de León
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Nunca se me ocurrió pensar que estaba practicando un ministerio contrario a las Santas Escrituras... Aquellos días de retiro sirvieron para ayudarme a conocer mejor la Biblia. Cuanto más leía, más me convencía que la iglesia romana estaba completamente alejada del espíritu del Evangelio... La Palabra de Cristo se cumplió mas de una vez: "Y conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres" (Juan 8:32). No hice otra cosa que cumplir una de las advertencias mas solemnes con que termina la Biblia: "Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipe de sus pecados" (Apocalipsis 18:4)"



JHON Preston
(ex-Sacerdote Católico Romano)

"...No hay nada impresionante en mi conversión, ningún cambio repentino o suceso milagroso que me empujara a abandonar la Iglesia Católica Romana y entregarme a Cristo. Fue sólo la silenciosa y continua obra de la gracia de Dios y el descubrimiento diario de las equivocaciones de un sistema que se llama erróneamente Católico y Cristiano..." "...Nuestras acciones, nuestros méritos, nuestras oraciones, nuestras limosnas y nuestras penitencias nos llevan al cielo, no Jesús. Es por eso que durante mis dos años en el noviciado se me sugería que me azotara el cuerpo desnudo, besara el piso del comedor o los pies de alguno de los sacerdotes..."


CHARLES Berry
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Durante muchos años como católico sostuve la idea de que los católicos no adoran ídolos, pero ahora veía con mis propios ojos que no había diferencia entre los católicos con sus imágenes y los paganos con las suyas..." "...Se me había enseñado toda la vida a temer y desconfiar de los pastores protestantes. Se nos decía que andaban vorazmente a la pesca de ex-sacerdotes para usarlos en beneficio de sus fines perversos. Decidí correr el riesgo y así descubrí que en todo el mundo, desde los días de Jesús, ha habido gente que se puede llamar con mas propiedad cristianos bíblicos..."


JOSE Rico
(ex-Sacerdote Jesuita)
"...Vi claramente que el protestantismo no es lo que se dice del mismo, no es lo que se aprende en los corredores de los institutos teológicos católicos romanos."


J. M. A. Hendriksen
(ex-Sacerdote Católico)
"...Durante más de 15 años fui fraile, pero a pesar de lo importante que era eso a los ojos de la gente, me resultaba imposible encontrar paz y felicidad. No podía, ni puedo, vivir feliz y en paz sin conocer con certeza que mis pecados han sido perdonados, que puedo ser hijo de Dios. La Iglesia Católica Romana nunca ha podido darme esa seguridad, ni siquiera cuando era sacerdote y fraile. La Iglesia Católica Romana no me enseñó correctamente lo que era necesario. La Iglesia de Roma no me enseñó que sólo hace falta la gracia de Dios, y de parte del ser humano, sólo fe, y el camino a la misma sólo se encuentra en las Escrituras..."





BOB Bush
(ex-Sacerdote Jesuita)
"...Orábamos para que Dios cambiara la Iglesia Católica Romana para que pudiéramos seguir siendo católicos. Pero para seguir siendo católicos, ahora lo veo, teníamos que vivir una vida condicionada..." (142) "...Después de diecisiete años de lavado cerebral, el Espíritu Santo me lavó y limpió la mente. En una palabra, me estaba ocurriendo lo explicado en Romanos 12:1-2.." (143) "...En la India habíamos descubierto que el Catecismo había cambiado los Diez Mandamientos respecto de lo que estaba en la Biblia..." (143) "...Los dogmas romanos que contradicen las Escrituras están tan arraigados que no se pueden cambiar..." "...Ahora, yo amo sinceramente a los católicos y quiero ayudarlos. Quiero ayudarlos a encontrar la libertad de la salvación y la vida y las bendiciones que vienen de seguir las Escrituras. Y no tengo nada en contra de ningún católico ni de ningún sacerdote; son los dogmas y las doctrinas los que los tiene atados..."


HERMAN Hegger
(ex-Sacerdote Católico Romano.
Desde su conversión ha escrito 25 libros. Fundador del ministerio "En la Calle Recta")
"...¿Qué hice cuándo surgieron dudas? Nunca las retuve voluntariamente. Me negaba a considerar la idea de que la doctrina de mi Iglesia en realidad podía estar errada. Si por un momento hubiera aceptado la real posibilidad de error en la doctrina de mi iglesia, inmediatamente hubiera sido culpable de pecado mortal, según las enseñanzas de Roma. Esta prohibición absoluta de la duda o el cuestionamiento de la doctrina de la iglesia de Roma es la fuente de su gran poder. Los protestantes se preguntan cómo es posible que los eruditos estudien las Escrituras sin descubrir el Evangelio puro. La respuesta radica en el simple hecho de que la mente del católico romano no es libre. El católico romano está seguro de que Dios está listo para decir las palabras: "¡Apártate de mi, maldito!..."
"...Hasta ese momento, la Iglesia Católica Romana había sido mi apoyo, la roca sobre la cual había edificado mis convicciones. Ahora veía que había edificado mi casa sobre la arena. Las olas del auto-análisis honesto habían lavado la arena bajo sus cimientos, la casa se había venido abajo..."



JOSE Borrás
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...El pastor contestó todas mis preguntas con textos del Nuevo Testamento. Mis argumentos siempre eran los dichos de los papas y las definiciones de los concilios..." "...¿Ser Protestante? ¿Ser un hereje? ¿Ser un apóstata de mi fe? ¡Jamás! ¿Qué dirían mis padres, mis alumnos, y mis amigos? Mis once años de estudio quedarían sin valor. ¿Qué haría para ganarme la vida?..." "...No es suficiente ser un buen católico; la cosa que es importante y necesaria es nacer de nuevo en Cristo..."


CIPRIANO Valdés Jaimes
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Mediante la imposición de manos del obispo, se me otorgaron los poderes increíbles, engañosos y falsos que la Iglesia Católica Romana pretende dar a un hombre para engañar a otros. Se me otorgó la capacidad de perdonar los pecados de los hombres. Ese día recibí el poder de sacrificar a Cristo una y otra vez en un altar, a mi gusto y antojo. Ahora podía librar las almas del Purgatorio, un lugar inventado por Roma, mediante un ritual mentiroso y lucrativo..."



FRANCO Maggiotto
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Para entender el poder de la iglesia de Roma en todos sus dogmas uno debe entender la esencia de su idea central: EL MAGISTERIO. Es decir, el Papa y los Obispos que están en obediencia con el mismo, han utilizado todos los medios posibles para aumentar su poder. Dios, las Sagradas Escrituras, y Cristo, se han esfumado de su seno.."


JOSE Fernandez
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Ningún verdadero cristiano bíblico ha cambiado jamás las enseñanzas de la Biblia y del Evangelio por el catecismo y los mandamientos de hombres. Son aquellos cristianos nominales que carecen del "poder de Dios para salvación quienes son presa de los atractivos ofrecidos por una religión materialista, ritualista, formalista y pomposa..."


Texto Adquirido en www.conocereislaverdad.org



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Ferrari7
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Enviado domingo, 23 de marzo, 2008 - 02:13 pm:   Editar Mensaje Borrar Mensaje Ver Mensaje/Comprobar IP Imprimir Mensaje    Compartir Mover Mensaje (Sólo Moderador/Administrador) Prohibir IP de este Remitente (Sólo Moderador/Administrador)
MI ODISEA DEL EVANGELICALISMO AL CATOLICISMO

Por Dave Armstrong

Fui recibido en la Iglesia Católica en febrero de 1991 por el padre John Hardon SJ., un hecho que un año antes me hubiese parecido completamente inconcebible. No mucho en mi vida habría indicado este giro sorprendente de hechos, pero tal cuestión fue muestra de la siempre inescrutable misericordia y providencia de Dios.

Mi primer conocimiento sobre la Cristiandad vino en la Iglesia Metodista Unida, la denominación en la que yo fui educado. La iglesia a la que nosotros asistíamos, en un barrio obrero de la ciudad de Detroit (Michigan, Estados Unidos), me parecía a mí, así como a cualquier niño en los comienzos de la década de 1960, que estaba en el declive, sociológicamente hablando, tanto así que la media de edad de los miembros era aproximadamente cincuenta o más años. En mis estudios años después como evangélico, yo aprendí que la reducción y el envejecimiento de las congregaciones eran uno de los signos visibles del deterioro del protestantismo de corriente.

Como pudo resultar, nuestra iglesia se plegó en 1968, y después de eso, yo asistía raramente a la iglesia en los siguientes nueve años. Mi temprana educación religiosa no era del todo gratis, sin embargo, a medida de que yo iba ganando respeto por Dios lo que yo nunca abandoné fue la comprensión de Su amor para la humanidad, y una apreciación para el sentido de los mandatos morales básicos y sagrados.

De todos modos, por cualquier razón, yo no tuve un interés creciente en la Cristiandad en este momento. En 1969, a la edad de once, yo entré en contacto por vez primera con el llamado altar quintaesencial de la cristiandad fundamentalista en una Iglesia bautista que nosotros visitamos dos o tres veces. Yo me fui al frente para ser “salvo”, de forma absolutamente sincera, pero sin el conocimiento o la fuerza de voluntad requeridas (por las normas evangélicas más solícitas) para llevar a cabo esta resolución temporal.

Durante este período, me fasciné con lo sobrenatural, pero desgraciadamente, entró los terrenos de un ocultismo vago, para todo. Yo me unté, con gran seriedad de ESP, telepatía, los Ouija, la proyección astral, incluso la brujería vudú (con maestro vicioso de gimnasio en mente!). Yo leía sobre Houdini (1) y Uri Séller (2), entre otros.

Entretanto, mi hermano Gerry que es diez años mayor que yo, se convirtió, en 1971, al Evangelicalismo del Jesús Loco (3), una tendencia que estaba en su apogeo en ese momento. Él sufrió una transformación realmente notable, saliendo del círculo cultural del típico roquero drogadicto y pendenciero, y empezó a predicar en una forma celosa a nuestra familia. Éste era un espectáculo nuevo para mí. Yo ya me había influenciado por la contracultura hippie, y como siempre había sido de alguna forma anticonformista, el “Jesus Movement” (Movimiento de Jesús) tuvo una fascinación extraña para mí, aunque yo tenía ninguna intención de unírmeles.

Yo me sentía orgulloso de mi "moderación" con respecto a las cuestiones religiosas. Como la mayoría de los cristianos nominales e incrédulos sinceros, yo reaccioné a cualquier despliegue de Cristiandad seria y devota con una mezcla de miedo, burla y condescendencia, mientras pensaba que tal conducta era "impropia", fanática, y fuera de la corriente principal la cultura americana.

A principios de los años 1970 yo visité la Iglesia luterana el Mesías de vez en cuando en Detroit a dónde mi hermano asistía, junto con sus amigos melenudos del "Jesús Freak", y me retorcería en mi asiento bajo la convicción de los sermones poderosos del pastor Dick Bieber, un personaje del tipo de esos de los que yo nunca había oído. Yo recuerdo que pensaba que lo que él estaba predicando era indisputablemente la pura verdad, y si se trataba de la cuestión del “ser salvo" no habría ningún lugar para los de la tierra del medio o para los cobardes. Por consiguiente, yo era renuente, para decirlo de alguna forma, porque yo pensé que sería el fin de la diversión y la convivencia con mis amigos. Debido a mi rebeldía y orgullo, Dios tenía que usar los métodos más drásticos para mi despertar.

En 1977 yo experimenté una depresión severa durante seis meses lo cual era totalmente atípico en mi temperamento antes. Las causas inmediatas eran las presiones en la última adolescencia, pero de forma retrospectiva está claro que Dios me estaba llevando a la casa el último sin sentido de mi vida - - una demanda individualista vacua y fútil por felicidad sin el propósito o la relación con Dios. Yo fui traído, tambaleándome, al fin de mí mismo. Era una crisis existencial aterradora en la que yo no tenía ninguna otra salida sino clamar a Dios. Él respondió rápido.

Pasó que en la Pascua de 1977 la extraordinaria película Jesús de Nazaret de Franco Zeffirelli (todavía mi película cristiana favorita) estaba en la televisión. Yo siempre había disfrutado películas de la Biblia, como Los Diez Mandamientos. Ellos dieron a las personalidades bíblicas vida, y el elemento de drama (como forma de arte) comunicó la vitalidad de la Cristiandad de una manera única y eficaz. Jesús, como fue retratado en esta película, dejó una impresión extraordinaria en mí, y el tiempo no podría ser mejor. Él aparecía como el último anticonformista que me apelaba.

Yo me maravillé de la manera como Él trató a las personas, y te daba la sensación de cosas que tu nunca pudieras esperar de lo que Él diría o haría siempre algo con una visión o impacto incomparables. Yo empecé a comprender, con la ayuda de mi hermano, el razón del evangelio por primera vez: lo qué la Cruz y la Pasión significaban, y algunos de los puntos básicos de teología y soteriología (la Teología de Salvación) que yo nunca hubiera pensado antes. También aprendí que ese Jesús no sólo era el Hijo de Dios, sino Dios el Hijo, la Segunda Persona del Trinidad algo que, increíblemente, yo no había oído previamente, o simplemente no comprendí si yo lo hubiera oído. Yo empecé a leer seriamente por primera vez en mi vida la Biblia (la traducción de la Biblia Viviente que es la paráfrasis más informal).

Era la combinación de mi depresión y conocimiento nuevo de la Cristiandad que causó mi decisión de seguir a Jesús como mi Señor y Salvador de una forma mucho más seria, en julio de 1977 lo que yo todavía consideraría una "conversión a Cristo", y lo que la visión evangélica como la experiencia "el nuevo nacimiento" o de "salvos." Yo continúo viendo esto como un paso espiritual válido e indispensable, aunque, como católico, yo habría, claro, de interpretarlo de una manera algo distinta de la que yo tenía anteriormente. A pesar de mi estallido inicial de celo, yo me conformé de nuevo en la tibieza durante tres años hasta agosto de 1980, cuando yo rendí mi ser entero finalmente a Dios, y experimenté una "renovación" profunda en mi vida espiritual.

A lo largo de los años ochenta yo asistí a Iglesias luteranas, a las “Asamblea de Dios” (4), y a sectas no denominacionales con fuertes conexiones con el "Jesús Movement", caracterizadas por la juventud, la espontaneidad de culto, música contemporánea, y el compañerismo caluroso. Muchos de mis amigos eran antiguos Católicos (apostatas) (5). Yo supe poco de Catolicismo hasta los inicios de la década de 1980. Yo lo consideraba como una "denominación" exótica, austera, e innecesariamente ritualistica que no tenía mucho atractivo para mí. Yo no estaba atraído por naturaleza a la liturgia, y no creía en absoluto en los sacramentos, aunque yo siempre tenía gran reverencia para la “Cena del Señor” y creí que algo real se impartía en ella.

Por otro lado, yo nunca fui públicamente anticatólico. Habiendo tenido parte activo en trabajos apologéticos anticultos (especializando en russelismo o testigos de Jehová), yo comprendí rápidamente que el Catolicismo era completamente diferente de los cultos, en eso de que tenía “doctrinas centrales” correctas, como la de la Trinidad y la Resurrección corporal de Cristo, así como una legitimidad histórica admirable; totalmente cristiana, aunque inmensamente inferior al evangelicalismo (6).

Yo era, tu podrías decirlo, un típico evangélico de la especie que tenía cierto interés teológico un poco mayor del promedio. Yo me hice familiar con las obras de muchos de los “grandes”: C.S. Lewis, Francis Schaeffer, Josh McDowell, A.W. Tozer, Billy Graham, Hal Lindsey, John Stott, Chuck Colson, la revista Christianity Today, Keith Green y Ministerios “Last Days”, la Jesus People en Chicago y revista Cornerstone, la hermandad Cristiana Inter.-Varsity (una organización universitaria), así como la escena de la música cristiana: del todo, influencias bastante beneficiosas como para no ser sentirse arrepentido del todo en absoluto.

Mi fuerte interés en la evangelización y la apologética me llevó a volverme, con el permiso de mi iglesia, misionero en los campuses de la universidad durante cuatro años. Yo también me involucré en el movimiento pro vida, y en la Operación Rescate.

Se me hizo claro rápidamente que los rescatadores católicos eran tan comprometidos a Cristo y piadosos como los evangélicos. En forma retrospectiva, no hay ningún suplente para la extendidamente cerrada observancia de los Católicos devotos. Yo me había encontrado con un sinnúmero de evangélicos que exhibían lo que yo pensé era un camino serio con Cristo, pero raramente con la intensidad como en la vida los Católicos. Yo empecé a hacerme amigo de mis hermanos católicos de los Rescates, y a veces en la cárcel, incluso sacerdotes y monjas. Aunque todavía escéptico teológicamente, mi admiración personal para con los católicos ortodoxos despegó como un misil Tomahawk.

En el 1990 de enero yo empecé en un grupo de discusión ecuménico que yo moderaba. Tres amigos católicos conocedores del movimiento del Rescate, John McAlpine, Leno Poli, y Don McSween, empezaron a asistir. Sus reclamos para la Iglesia, particularmente lo concerniente a la infalibilidad papal y conciliar, me llevaron a zambullirme en un proyecto masivo de la investigación en ese asunto. Yo creí que yo había encontrado muchos errores y contradicciones a lo largo de la historia. Después yo comprendí, sin embargo, que mis muchos "ejemplos" no entraron en la categoría de declaraciones infalibles ni siquiera, como lo definido por el Concilio Vaticano de 1870. Yo también era un poco deshonesto porque yo pasaría por alto hechos históricos que confirmaban fuertemente la posición católica, como la aceptación temprana extendida de la Presencia Real, a sabiendas la autoridad del Obispo, y la comunión de los santos.

Entretanto, yo estaba leyendo libros exclusivamente católicos (y todos los tratados cortos de las Respuestas Católicas (7) ), con una mente abierta, y mi respeto y entendimiento del Catolicismo crecieron por lo alto. Yo empecé (providencialmente) con El Espíritu del Catolicismo por Karl Adam, un libro demasiado extraordinario como para resumir adecuadamente aquí. Es, yo creo, un libro casi perfecto sobre el Catolicismo como un mundo y un estilo de vida, sobre todo porque una persona familiarizada con la teología católica básica. Yo leí los libros de Christopher Dawson, un gran historiador cultural, Joan Andrews (una heroína del movimiento del Rescate), y Thomas Merton, el famoso monje trapista, todos los cuales me impresionaron sumamente.

Mis tres amigos de nuestro grupo de discusión continuaron respondiendo serenamente a casi los centenares de preguntas mías. Yo estaba asombrado por darme cuenta de que el Catolicismo parecía haber sido “bien pensado” - era un maravilloso y complejo sistema de creencias consistente incomparable con cualquier porción de evangelicalismo.

En este momento yo me puse tremendamente preocupado por la aceptación protestante (y mi propia) aceptación libre y fácil de la contraconcepción. Yo vine a creer, de acuerdo con la Iglesia que una vez uno considera el placer sexual como un fin en sí mismo, entonces el llamado derecho al “aborto" no está lógicamente lejos. Mis amigos evangélicos de pro de-vida podrían ser fácilmente la excepción, pero el menos espiritualmente-dispuesto no habría hecho eso, como se ha confirmado por completo por la revolución sexual en total auge desde que el uso extendido de la Píldora empezó alrededor de 1960.

Una vez una pareja piensa de que ellos pueden frustrar el deseo de Dios en el asunto de una posible concepción, entonces la noción de terminar un embarazo se sigue por una cierta lógica diabólica desprovista de la guía espiritual de la Iglesia. En esto, como en otras áreas tales como el divorcio, la Iglesia es el innegablemente sabia y verdaderamente progresiva. G.K. Chesterton y Ronald Knox, los grandes apologistas, ya pudieron ver los graffitis en la pared alrededor de los años treinta.

Yo estaba absolutamente asustado por el hecho de que ningún cuerpo cristiano había aceptado el anticoncepcionismo hasta que los anglicanos en 1930 lo hicieron, y la inevitable progresión en las naciones del anticoncepcionismo al aborto, como había sido mostrado irrefutablemente por el padre Paul Marx. Finalmente, un libro intitulado La Enseñanza de "Humanae Vitae" por John Ford, Germain Grisez, et al, me convenció de la distinción moral entre el anticoncepcionismo y la Planificación de la Familia Natural y me puso al borde.

Yo acepté ahora una creencia muy "no-protestante", pero todavía incluso ni siquiera soñaba con hacerme católico (qué es, claro, inconcebible para un evangélico). Todavía yo era la presa cayendo al principio de conversión Chesterton - - ese que uno no puede ser justo con el Catolicismo sin empezar a admirarlo y comenzar a convencerse de él.

Entretanto, mi esposa Judy que fue educada como católica y se volvió protestante antes de que nosotros nos conociéramos, también se había convencido independientemente de la equivocación del anticoncepcionismo. Ella se devolvió a la Iglesia el día en que yo fui recibido. ¡Que linda es la unidad! Entonces, en julio de 1990, yo ya estaba convencido de que el Catolicismo tenía la mejor teología moral que la de cualquier otro cuerpo cristiano, y grandemente respeté su sentido de comunidad, devoción, y contemplación.

Mi amigo católico, John, cansado de mi lata constante sobre los errores católicos y de adiciones a través de los siglos, sugirió que yo leyera el Ensayo sobre el Desarrollo de Doctrina Cristiana del Cardenal Newman. Este libro demolió completamente el esquema entero de historia de la Iglesia que yo había construido. Yo pensé, típicamente, esa Cristiandad temprana era protestante y ese Catolicismo era una corrupción tardía (aunque yo colocaba el derrumbamiento en la tardía Edad media en vez del tiempo usual de Constantino en el siglo IV).

Martín Lutero, yo reconocía, había descubierto en Sola Scriptura los medios para limpiar los percebes católicos acumulados en la originalmente limpia e inmaculada nave cristiana. Newman, en contraste, explotó la noción de una nave sin percebes. Las naves siempre tienen percebes. La pregunta real era si la nave llegaría a su destino. La Tradición, para Newman, era como un timón y un volante, y era completamente necesaria para la guía y dirección. Como una carta de navegación.

Newman demostró las características de los verdaderos desarrollos brillantemente, como opuesto a las corrupciones, dentro de la Iglesia visible e históricamente instituida por Cristo. Yo me encontré incapaz y sin voluntad de refutar su razonamiento, y un pedazo crucial del enigma se había puesto en el lugar - - la Tradición era ahora creíble y evidente a mí. Así empezó lo que de alguna forma se llamaba un "cambio del paradigma." Mientras leía el Ensayo yo experimenté un peculiar, intenso, e inexpresablemente sentimiento místico de reverencia para la idea de una Iglesia "Una, Santo, Católica y Apostólica." El Catolicismo era ahora pensable y yo caí de repente en una crisis intensa. Yo creía ahora en la Iglesia visible y sospechaba de que también era infalible. Una vez yo acepté la eclesiología católica, la teología siguió su curso como un asunto, y yo la acepté sin dificultad (incluso las doctrinas Marianas).

Mis amigos católicos habían estado cultivando las tierras rocosas de mi voluntad y mi mente tan tercas durante casi un año, mientras plantaban las “Semillas Católicas”, que ahora rápidamente tomaron raíz y crecieron, para su gran sorpresa. ¡Yo había luchado lo más duro justamente antes de leer a Newman, en un esfuerzo desesperado por salvar mi Protestantismo, tanto como un hombre ahogándose sólo antes de que él sucumba! Yo continué la lectura, mientras intentaba activamente ahora persuadirse totalmente del Catolicismo, pasando por la autobiografía de Newman, el libro de Tom Howard El Evangelicalismo no es suficiente, que me ayudó a apreciar al genio de la liturgia por vez primera, y dos libros de Chesterton (9) acerca del Catolicismo.

Más o menos en este tiempo yo tuve una conversación con un viejo amigo, Al Kresta que también había sido mi pastor durante unos años y cuyas opiniones teológicas yo tenía en muy alta consideración. Yo admití ante él que yo estaba tremendamente en problemas con ciertos elementos de Protestantismo, y podría, quizás (pero era una noción improbable) estar pensando en volverme Católico. Para mi asombro, él me dijo que él también, estaba yéndose en la misma dirección, citando, en particular, el problema que la formulación y declaración del Canon de la Escritura tienen para las protestantes y su premisa de "Sólo Biblia".

Estos tipos de eventos raros "confirmados" ayudaron a crear un sentimiento fuerte de que algo extraño simplemente estaba siguiéndose durante el período desconcertante antes de mi total conversión. Al estaba en tal crisis teológica (como estaba yo), que él renunció a su pastoral a los dos meses de nuestra conversación.

También en este momento yo tuve el gran privilegio de encontrarme con el padre John Hardon, el eminente catequista jesuita, y empecé asistiendo a sus clases informales sobre la espiritualidad. Esto me dio la oportunidad de aprender personalmente de un sacerdote católico autoritativo, que también es un hombre deleitable y humilde. Después de siete semanas del tiempo de cuestionar mi sanidad alternadamente y llegar a nuevas cúspides de inmenso descubrimiento, el último soplo de muerte vino justo en la forma que yo había estado sospechado. Yo supe que si yo debía rechazar el Protestantismo, entonces yo tenía que examinar sus raíces históricas: la autodenominada Reforma protestante. Yo había leído previamente algún material acerca de Martín Lutero, y lo consideré uno de mis héroes más grandes. Yo acepté el mito normal de Lutero como el intrépido, el rebelde virtuoso contra la oscuridad de la tiranía católica y la superstición añadida a la “Temprana Cristiandad”.

Yo aprendí muchos hechos desfavorablemente perturbadores acerca de Lutero; por ejemplo, su metodología existencial sumamente subjetiva, su desdén para la razón y el precedente histórico, y su intolerancia dictatorial hacia los puntos de vista contrarios, incluyendo aquéllos provenientes de sus compañeros protestantes (10). Éstos y otros descubrimientos me estaban aturdiendo, y me convenció más allá de toda duda de que él realmente no era un "reformador" de la Iglesia "pura" y pre-Nicena, sino mejor un revolucionario que creó una nueva teología en muchos, aunque no todos, los aspectos. El mito fue aniquilado.

Ahora yo estaba "escéptico" con el concepto protestante común de la iglesia invisible, "redescubierta." Al final, mi amor innato por la historia jugó una parte crucial en mi abandono del Protestantismo, que tiende a prestar muy poca atención a la historia (como de hecho es necesario para retener cualquier nivel de verdad plausible en contra del Catolicismo).

A estas alturas, se volvió, en mi opinión, un deber moral e intelectual el abandonar el Protestantismo en su forma evangélica. Aún no era fácil. Los viejos hábitos y percepciones mueren difícilmente, pero yo me negué a permitir que los sentimientos y prejuicios interfirieran con el proceso maravilloso de iluminación en el que predominó la gracia de Dios. Yo esperé expectante el último ímpetu para rendirme totalmente. El curso imprevisible de conversión llegó a su culminación el 6 de diciembre de 1990, mientras yo estaba leyendo la meditación del Cardenal Newman sobre “La Esperanza en Dios Creador" y en un momento comprendí de forma resuelta que yo ya debía de oponer resistencia alguna a la Iglesia Católica. Al final, como en la mayoría de las experiencias de los conversos, un miedo heladísimo toma su lugar, similar a los de los temblores de ante del matrimonio. En un momento, este último obstáculo desapareció, y una paz emocional y teológicamente tangible prevaleció.

En los siguientes tres años desde mi conversión, han ocurrido algunas cosas asombrosas en nuestro círculo de amigos (yo no reclamo crédito para mi en éstos casos, tal vez una influencia pequeña, sino, la forma tan maravillosa en que Dios mueve los corazones de las gentes). Cuatro personas se han devuelto a la Iglesia de su niñez y tres, como yo, nos hemos convertido del protestantismo de toda la vida. Éstos incluyen a mi anterior pastor, Al y su esposa, Sally, uno de mis más buenos amigos y compañero frecuente en la comunidad evangélica y su esposa Lori; el amigo de toda la vida de Dan, Joe Polgar quien había estado virtualmente en el paganismo por unos años; otro amigo, Terri Navarra, y la hija de un amigo, Tom McGlynn, Jennifer. Adicionalmente, otra pareja que nosotros conocemos se habían convertido a la Ortodoxia Oriental, un segundo está pensando en serio sobre el mismo hecho, y una tercera pareja puede convertirse al Catolicismo. No es necesario decir, que muchos de nuestros amigos protestantes ven estos sucesos con trepidación enmudecida. ¡Uno de mis anteriores pastores, en el encuentro más acalorado que tuve desde que mi conversión, me llamó "blasfemo" porque yo creí que había más en la Tradición Cristiana que simplemente lo que es contenido en la Biblia! ¡Otro amigo buen que es un ministro bautista dice que aunque yo había cometido un error terrible, yo todavía estoy salvo debido a su creencia en la seguridad eterna! Después de todo, agradecidamente a Dios, ha sido una experiencia bastante suave entre nuestros amigos protestantes evangélicos. Muchos ignoran nuestro Catolicismo del todo. Yo creo que todos los Católicos pueden compartir estas experiencias que experimenté que he estado describiendo, en el sentido que cada nuevo descubrimiento de alguna verdad católica es igualmente estimulante. A medida en que todos nosotros crezcamos en nuestra fe, alegrémonos en los abundantes manantiales de deleite, así como en los tiempos instructivos de sufrimiento que

Dios nos provee en su Cuerpo, totalmente manifestado en la Iglesia Católica. Yo me siento muy en casa en ella, tanto como podría esperarse en este lado de cielo.

AD MAIOREM GLORIAM DEI
 

Ferrari7
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¿Cuál es la verdad?

Marcus Grodi

Cortesía de The Coming Home Network

Tomado de http://www.voxfidei.com


Soy un ex-ministro protestante. Como muchos otros he recorrido los caminos que llevan a Roma, por la vía que se conoce como Protestantismo. Nunca me imaginé que algún día me convertiría al Catolicismo. Por temperamento y entrenamiento soy más un pastor que un erudito, por eso la historia de mi conversión a la Iglesia Católica quizá carezca de los detalles técnicos en los cuales algunos teólogos se mueven y algunos lectores se deleitan. Pero espero poder explicar adecuadamente el por qué hice lo que hice y por qué creo con todo mi corazón que todos los protestantes también debieran hacerlo.

No voy a detenerme en los detalles de mis primeros años, excepto para decir que crecí en una familia típicamente protestante con unos padres buenos que me dieron mucho cariño. Pasé por la mayoría de las experiencias que forman parte de la niñez y adolescencia propias de un americano de mi generación. Me enseñaron a amar a Jesús e ir a la iglesia los domingos.

También me las arreglé para tropezar con los errores tontos que otros muchos de mi generación cometían. Pero después de una temporada de rebeldía juvenil, cuando tenía veinte años experimenté una conversión radical a Jesucristo. Me alejé de los placeres del mundo y tomé en serio la oración y el estudio bíblico. Ya como un joven adulto me comprometí verdaderamente con Cristo, aceptándolo como mi Señor y Salvador, rezando para que me ayudara a cumplir la misión en la vida que Él tenía para mí. Cuanto más deseaba, a través de la oración y el estudio, seguir a Jesús y someter mi vida a su voluntad, más sentía el ardiente deseo de dedicar mi vida entera a servirle.

Gradualmente, en la misma forma que los primeros rayos del amanecer aparecen en el horizonte oscuro, comenzó a crecer en mí la convicción de que el Señor me estaba llamando a ser un ministro. Esta convicción creció cada vez más fuerte mientras estaba en la universidad y más tarde durante mi trabajo como ingeniero. No pude ignorar por mucho tiempo esta llamada del Señor; estaba convencido que el Señor quería que mi hiciera ministro. Dejé mi trabajo y entré en el seminario teológico de Gordon-Conwell en un suburbio de Boston. Adquirí el doctorado en Divinidad y poco después fui ordenado Ministro Protestante. Mi hijo Juan Marcos, de seis años, recientemente había memorizado el juramento del club de Niños Exploradores: "prometo hacer todo lo mejor que pueda en mi servicio a Dios y a los hombres" . Este honesto voto infantil resume en detalle mis propias razones para abandonar a la carrera de ingeniería y poder servir al Señor totalmente dedicado solamente al ministerio.

Tomé muy en serio mis nuevas obligaciones pastorales y deseaba llevarlas a cabo correcta y fielmente, para que al final de mi vida, cuando me encontrase cara a cara con Dios, pudiera oírle decirme estas importantes palabras: “bien hecho siervo bueno y fiel”. Mientras me adaptaba a la nueva vida, más bien cómoda, de un Ministro Protestante, me sentí feliz conmigo mismo y con Dios. Finalmente sentí que ¡había llegado! ¡Pero no había llegado! Muy pronto me encontré a mí mismo enfrentado a una multitud de preguntas confusas de teología y administración. Tenía dilemas de exegética sobre cómo interpretar correctamente un difícil pasaje bíblico y también sobre decisiones litúrgicas que podían fácilmente dividir a la congregación. Mis estudios en el seminario no me habían preparado adecuadamente para responder a estas cuestiones tan diversas.

Lo único que yo deseaba era ser un buen pastor, pero no podía encontrar respuestas consistentes a mis preguntas, las de mis compañeros y amigos pastores, tampoco en los libros de “cómo hacerlo” que estaban en mi librero, ni tampoco en los líderes de mi denominación Presbiteriana. Daba la impresión, que se esperaba que cada pastor tuviese su propia opinión en esos asuntos. Esta mentalidad de “reinventar la rueda tantas veces como lo necesites” que es el corazón del carácter pastoral del protestantismo, me perturbaba profundamente. ¿Porque tendría yo que reinventar la rueda? me preguntaba a mí mismo con enfado. ¿Qué habría pasado con los ministros de siglos pasados que enfrentaron los mismos dilemas? ¿Qué hicieron ellos?

La emancipación del protestantismo de las leyes y mandatos de Roma "hechos por el hombre que ha 'maniatado' por siglos a los cristianos" (por supuesto esto es como nos enseñaron en el seminario a ver el triunfo de la reforma sobre el romanismo) comenzaba a parecer más una anarquía que una genuina libertad. Nunca recibía las respuestas que necesitaba, a pesar de que oraba constantemente pidiendo dirección. Sentía que había agotado mis recursos y no sabía a quién recurrir. Irónicamente, ese sentido de frustración, de estar sin respuestas, fue providencial. Me preparó para estar dispuesto a las respuestas ofrecidas por la Iglesia Católica.

Estoy seguro que si hubiese sentido que tenía todas las respuestas, no hubiese estado dispuesto o inclinado a investigar las cosas a un nivel más profundo.
 

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Enviado domingo, 23 de marzo, 2008 - 02:22 pm:   Editar Mensaje Borrar Mensaje Ver Mensaje/Comprobar IP Imprimir Mensaje    Compartir Mover Mensaje (Sólo Moderador/Administrador) Prohibir IP de este Remitente (Sólo Moderador/Administrador)
Una brecha en mi defensa
En la antigüedad, las ciudades se construían en la cima de un monte y se rodeaban de gruesas murallas que protegían a los habitantes de los invasores. Cuando un ejército invasor rodeaba una ciudad, como el ejército de Nabucodonosor rodeó Jerusalén (2 Reyes 25: 1 al 7) los habitantes estaban seguros mientras tenían agua y comida, y en tanto las murallas podían resistir el violento ataque que lanzaban las catapultas y los picos de los zapadores. Pero si se abría una brecha en la muralla la ciudad estaba perdida. Mi apertura al considerar las posturas de la Iglesia Católica comenzó como resultado de una brecha en la muralla de la teología de Reforma Protestante que circundaba mi alma. Por casi cuarenta años trabajé para construir la muralla piedra por piedra, para proteger mis convicciones protestantes. Las piedras estaban hechas de mis experiencias personales, la educación del seminario, relaciones con otros protestantes y mis éxitos y fallos en el ministerio. La argamasa que cementó las piedras en su lugar fueron mi fe y filosofía protestante. Mi muralla era elevada y gruesa y, yo pensaba que era impenetrable para cualquier fuerza invasora. Pero al desmoronarse la argamasa y cuando las piedras comenzaron a moverse y resbalar, al principio imperceptiblemente, pero después con una rapidez alarmante; comencé a preocuparme.

Traté con empeño de discernir la razón de la creciente falta de confianza en las doctrinas protestantes. No estaba seguro si estaba buscando reemplazar mis creencias calvinistas pero sabia que mi teología no era invencible. Leí más libros y consulté con teólogos en un esfuerzo de remendar la muralla pero no hice ningún progreso. Frecuentemente reflexionaba en Proverbios 3: 5 y 6 “Confía en el Señor con todo tu corazón y no te fíes de tu propia sabiduría. En cualquier cosa que hagas tenlo presente, Él allanará tus caminos”. Esta exhortación me perseguía y a la vez me consolaba, mientras luchaba con la confusión doctrinal y el caos procesal del protestantismo. Los reformadores han sido los campeones de la idea de la interpretación privada de la Biblia por el individuo, una posición con la cual me empece a sentir cada vez más incómodo, a la luz de Proverbios 3: 5 y 6. Los creyentes bíblico-protestantes dicen que siguen las enseñanzas de este pasaje buscando la guía de Dios.

El problema es que hay miles de caminos doctrinales bajo los cuales los protestantes sienten que el Señor les está enseñando que viajen. Y esas doctrinas varían ampliamente de acuerdo a la denominación. Luché con preguntas como: ¿cómo puedo saber cual es la voluntad de Dios para mi vida y para la gente de mi congregación? ¿cómo puedo estar seguro que estoy predicando lo correcto? ¿cómo sé cual es la verdad? A la luz de la mutilación doctrinal que existe con el protestantismo donde cada denominación está delimitando por si misma la doctrina basada en la interpretación del hombre que la fundó, el criterio que alardean los protestantes "yo solo creo lo que la Biblia dice" comenzaba a sonar vacío. Yo prometí que iba a ver solamente la Biblia para buscar la verdad, pero las doctrinas reformadas que heredé de Juan Calvino, Juan Knox y los puritanos, chocaban en muchos aspectos con las sostenidas por mis amigos luteranos, bautistas y anglicanos. En el evangelio Jesús explica lo que significa ser un verdadero discípulo (Mateo 19: 16 a 23). Es más que leer la Biblia o tener tu nombre en la lista de los miembros de una iglesia o asistir regularmente al servicio del domingo, o incluso el hacer una simple oración para aceptar a Jesús como Señor y Salvador.

Estas cosas, aún con lo buenas que son, por sí solas no nos hacer verdaderos discípulos de Jesús. Ser un discípulo de Jesús significa hacer un compromiso radical de amar y obedecer al Señor en cada palabra, cada actitud y aspirar a irradiar su amor a otros. Jesús dice que el verdadero discípulo, está dispuesto a renunciar a todo, aún a su propia vida, si es necesario para servir al Señor. Yo estaba profundamente convencido de esto, y a la vez que trataba de practicarlo en mi propia vida (no siempre con éxito) también hacía todo lo posible para convencer a mi congregación, que este llamado al discipulado no es una opción, es algo a lo que todos los cristianos tienen que aspirar. Lo irónico era que mi teología protestante me hacia impotente para llamarlos a un discipulado radical y a ellos los hacia impotentes para oírlo y seguir el llamado. Uno podría preguntarse ¿si todo lo que se requiere para ser salvado es confesar con los labios que Jesús es el Señor y creer en tu corazón que Dios lo resucitó de la muerte (Romanos 10:9) por qué yo debo cambiar?. Si, seguro debería cambiar mis caminos pecaminosos. Debería aspirar a agradar a Dios. Pero si no lo hago ¿importa realmente? después de todo, mi salvación está asegurada.

Hay una historia acerca de un reportero en la ciudad de New York que deseaba escribir un artículo acerca de lo que la gente creía que era el descubrimiento más increíble del siglo veinte. Se lanzó a las calles entrevistando gente al azar y recibió una variedad de respuestas: el avión, el teléfono, el automóvil, el ordenador, la energía nuclear, los viajes al espacio, los antibióticos. Las respuestas siguieron es esa linea hasta que un individuo dio una respuesta inesperada: “Es ovio. La invención más increíble es el termo” ¿El termo? preguntó el reportero levantando las cejas. “Seguro. Las cosas calientes las mantiene calientes y las cosas frías las mantiene frías - ¿Cómo lo sabe?”.

Esta anécdota tiene un significado para mí. Puesto que mi obligación y deseo era enseñar la verdad de Cristo a mi congregación mi creciente preocupación era ¿cómo saber cual era la verdad y cual no? Cada domingo, me paraba en mi púlpito e interpretaba la Escritura para mi rebaño sabiendo que en un radio de quince millas a la redonda de mi iglesia había docenas de pastores protestantes los cuales creían que solamente la Biblia es la única autoridad para la doctrina y la práctica, pero cada uno estaba enseñando algo diferente a lo que yo estaba enseñando. ¿Es mi interpretación de la Escritura la correcta o no lo es? me preguntaba. Quizá alguno de esos otros pastores está en lo correcto y yo estoy engañando a estas personas que confían en mi. También estaba el tener la certeza (que me revolvía el estómago) que un día tendría que morir y estar delante del Señor Jesucristo, el Juez Eterno, y responder no solamente por mis acciones sino también cómo dirigí a la gente que él me había dado para pastorear. ¿Estoy predicando la verdad o el error? Le preguntaba al Señor repetidamente, "yo creo que estoy en lo correcto", pero cómo estar seguro. Este dilema me perseguía.

Comencé a cuestionar cada aspecto de mi ministerio y de la teología y de la Reforma, desde las cosas más insignificantes hasta las más importantes. Ahora miro al pasado con cierto humor vergonzoso al ver como luchaba duramente en aquellos días de prueba e incertidumbre. Llegué a un punto que incluso luché con la duda de sí debería o no usar un cuello clerical. Como no hay una forma obligatoria de vestirse, para los ministros presbiterianos, algunos usan cuello clerical, otros trajes, otros batas y otros una combinación de todo lo anterior. Un ministro amigo mío guardaba un cuello clerical en la guantera de su auto, solamente para usarlo en caso de que en algún momento le pudiera traer alguna ventaja, como el de evitar una multa por exceso de velocidad. Cuando me lo dijo, con un gesto de complicidad, decidí no usar un cuello clerical. En el servicio del domingo usaba una simple bata negra sobre mi traje. En lo que se refiere a la forma y contenido de la liturgia del domingo cada iglesia tiene sus propios puntos de vista en cómo las cosas deben de hacerse, y cada pastor es libre, en lo que cabe, de hacer lo que quiera. Sin guías denominacionales obligatorias que me dirigieran, hice los que otros pastores estaban haciendo, improvisaba: cantos, sermones, selección de las Escrituras, participación de la congregación, y la administración de bautismos, matrimonios y la Cena del Señor fueron un campo abierto a la experimentación.

Me estremezco con el recuerdo de un domingo en particular, que en un esfuerzo para hacer el servicio de jóvenes más interesante y relevante dije las palabras del Señor sobre una jarra de gaseosa y una fuente de patatas fritas “Este es mi Cuerpo, esta es mi Sangre. Hagan esto en memoria mía”.

Las preguntas de teología eran las que más me enfadaban. Recuerdo estar de pie al lado de una cama en un hospital donde un hombre que estaba cercano a la muerte después de sufrir un ataque al corazón, su esposa muy nerviosa me preguntó ¿va a ir mi esposo al cielo? Dudé unos momentos antes de darle mi respuesta presbiteriana adecuada mientras consideraba la gran variedad de alternativas que podría dar como respuesta, dependiendo de lo que uno era, metodista, bautista, luterano, asambleas de Dios, nazareno, ciencia cristiana, evangelio de las cuatro esquinas, testigo de Jehová, etc., etc. Todo lo que pude fue murmurar una clase de respuesta piadosa pero vaga. “Debemos confiar en el Señor acerca de la salvación de su esposo”

Este hombre había entregado su vida a Cristo, se había regenerado y estaba confiado que era uno de los elegidos de Dios, ¿pero lo era realmente? Yo estaba profundamente perturbado sabiendo que no importaba cuán honestamente él hubiera pensado que había sido predestinado para el cielo (es interesante que todos los que predican la doctrina de la predestinación creen firmemente que ellos mismos son unos de los elegidos) ni importaba cuán sinceramente lo creían los que lo rodeaban, él podría no haber ido al cielo. ¿Y que si secretamente se había desviado y caído en pecado y había estado viviendo en un estado de rebelión con Dios en el momento que el ataque al corazón lo pilló por sorpresa?.

La teología de la reforma me decía que si ése era el caso entonces el pobre hombre había sido engañado por una falsa seguridad, pensando que fue regenerado y predestinado para el cielo cuando de hecho no se desvió de su camino al infierno. Calvino enseñó que los elegidos de Dios tienen que perseverar en gracia y elección. Si una persona muere en estado de rebelión con Dios demuestra que nunca fue uno de los elegídos. ¿Que clase de absoluta seguridad era esa?, me preguntaba. Encontré muy difícil dar una respuesta clara y convincente a la clase de preguntas que me hacían mis parroquianos: ¿va a ir al cielo mi esposo?.

Cada pastor protestante que conozco tiene un conjunto de criterios que consideran "necesarios" para la salvación. Como un calvinista yo creía que si uno aceptaba públicamente a Jesús como su Señor y Salvador, era salvado por gracia a través de la fe. Pero, a pesar de que yo consolé a otros con esas palabras bien intencionadas, estaba preocupado por el estilo de vida mundano y a veces ampliamente pecaminoso que habían tenido algunos miembros, ahora muertos, de mi congregación. Después de algunos años de ministerio comencé a dudar si debería continuar.
 

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Enviado jueves, 27 de marzo, 2008 - 10:44 pm:   Editar Mensaje Borrar Mensaje Ver Mensaje/Comprobar IP Imprimir Mensaje    Compartir Mover Mensaje (Sólo Moderador/Administrador) Prohibir IP de este Remitente (Sólo Moderador/Administrador)
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TESTIMONIOS EN AUDIO
DE EX-SACERDOTES Y OTROS :

http://www.laplumadivina.es/15.html




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TESTIMONIOS DE EX-SACERDOTES CATÓLICOS


ANTHONY PEZZOTA
(ex-Sacerdote Católico Romano, actual Profesor en el Seminario Teológico Asiático de Quezón y Misionero de la Sociedad Bautista Conservadora de Misiones Extranjeras (CBFMS)

"Cuando estudiaba teología en Inglaterra comencé a tener serias dudas acerca de algunas doctrinas de mi iglesia, las que encontraba difícil de reconciliar con las Escrituras. Estas dudas siguieron preocupándome aún después de mi ordenación, pero luchaba por suavizarlas sumergiéndome en mis estudios y enseñando algunas asignaturas. Mi agenda era tan apretada que quedaba poco tiempo para la investigación o la oración.."
"Entre los estudios para el sacerdocio teníamos tres libros de texto sobre la Biblia, pero no la Biblia misma. Después de años de estudios y trabajo manual en el monasterio, fui ordenado sacerdote. Serví en cinco parroquias en la región de Lamount, Alberta. Oficiaba misa todos los días, escuchaba las confesiones, recitaba el Rosario a María, hacía devoción a muchos santos, recitaba el breviario de oraciones cada día, y como monje, realizaba mis penitencias con más fervor que nunca. Pero nada de eso satisfacía mi alma cansada. Mi alma se encaminaba a un desasosiego más profundo que cuando era un muchacho. Pero Cristo fue fiel en su cuidado de mí. Después de ser ordenado sacerdote me familiaricé con la versión católica de la Biblia y en ella encontré versículos asombrosos que contradecían mis propias creencias y prácticas. El Libro de Dios decía una cosa, mi Iglesia otra. ¿Quién tenía razón? ¿La Iglesia Romana o Dios? Finalmente creí en la Palabra de Dios."



BARTHOLOMEW F. Brewer
(ex-Sacerdote Católico Romano, actual Director y Fundador de la "Misión Internacional para Católicos")
"La decisión de dejar el sacerdocio no fue nada fácil. La afirmación de Roma de que no hay motivos objetivos para dejar "la única iglesia verdadera" era algo para considerar cuidadosamente. Los católicos tradicionalistas me calificarían de "sacerdote Judas", digno de ser condenado, excomulgado y evitado. Sí, había muchas dificultades implicadas en dejar la seguridad del redil católico romano, pero he descubierto que Jesús nunca falla. Feliz el día cuando todos los que pronuncien el nombre de Jesucristo comprendan que la Biblia es la única fuente de autoridad que no cambia."
"Tal vez la razón por la que muchos consideran la Biblia como insuficiente es que no la han estudiado a fondo. Mis apuntes de los trece años de enseñanza formal en la orden de los Carmelitas Descalzos muestran que solamente tuve doce horas semestrales de Biblia. Esto ya es una evidencia de que las Escrituras no son la base de la enseñanza católica romana." "Comprendí finalmente que yo había estado confiando en mi propia justicia y esfuerzos religiosos y no en el completo y suficiente sacrificio de Cristo Jesús."




CHARLES Chiniquy
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Mi gran objetivo era confundir a los ministros protestantes de América. Conseguí una copia de "Los Santos Padres" y la estudié día y noche con las Sagradas Escrituras para prepararme para la gran batalla que quería pelear contra los protestantes..." "Me dije: "No soy salvo, como pensaba, por ir a María; no soy salvo por el purgatorio, o por indulgencias, confesiones o penitencias. Soy salvo solamente por Jesús". Y todas las falsas doctrinas de Roma se fueron de mi mente como cae una torre que ha sido golpeada en su base..."



PETER Alphonsus Sequin
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...No culpo a las personas católico romanas sino al sistema Católico Romano y a los hombres que lo gobiernan..."


HUGH Farrell
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...La mayoría no se preocupa por la lectura de las Escrituras. Además, muchos temen interpretar la Palabra de Dios en forma contraria a las enseñanzas de la iglesia de Roma. En mi caso particular cuando, muchos años después dejé el monasterio, todavía tenía los tres libros mencionados. "Las Glorias de María" ya no tenía tapas, se habían gastado. La cubierta de "La imitación de Cristo" colgaba de algunos hilos. Sin embargo, el "Nuevo Testamento" todavía estaba nuevo. Lo había leído solamente cuando quería comparar una traducción del latín con el inglés..."
"...Cada vez que escuchábamos algún pasaje que parecía estar en conflicto con la enseñanza de la iglesia de Roma, decidíamos que no lo estábamos interpretando correctamente, o llegábamos a la conclusión de que no contábamos con suficiente conocimiento de las Escrituras como para interpretar el pasaje: "Justificados, pues, por la fe..." (Romanos 5:1) lo entendíamos como si dijera "Justificados, pues, por la fe en la Iglesia Católica Romana..." "...Cuando surge alguna duda en relación con alguna importante doctrina enseñada por la iglesia de Roma, debe ser rechazada, porque mantener una duda así (voluntariamente) es señal de que Dios puede estar quitándole a uno la vocación sacerdotal y poniendo en peligro su salvación eterna..." "El programa diario de vida [del sacerdocio] está tan bien pensado por la iglesia de Roma que gradualmente destruye la propia personalidad y uno es moldeado según un patrón diseñado por la iglesia de Roma para adecuarse a su propósito - la completa renuncia a uno mismo. A pesar de la gran estima en que el laicado de la iglesia romana tiene al sacerdote, las autoridades eclesiásticas lo consideran meramente un número en su plan para la conquista del mundo por la Iglesia Católica Romana. En consecuencia, si el sacerdote ha de servir a su propósito, debe recibir un lavado cerebral a fondo..."


VICTOR J. Affonso
(ex-Sacerdote Católico Romano, Jesuita por 17 años - Evangelista en Estados Unidos y la India - Fundador y Director de Cornerstone International)
"...La razón por la que los católicos no pueden entender ni proclamar este Evangelio es que no están abiertos para recibir esta convicción cuando son reprendidos por el Espíritu Santo, ya que han recibido un lavado de cerebro por parte del sistema católico romano para quedar inmersos en la salvación por las obras humanas, y se mantienen ignorantes de la verdad del evangelio de la Biblia... El Evangelio y la comisión de Jesús están siendo negados por clérigos que no tienen el poder del Espíritu Santo (y probablemente no son nacidos de nuevo). En lugar de ello están originando "iglesias muertas" por medio de las "buenas obras" y los rituales (sacramentos), "amuletos" (escapularios, medallas) y "mantras" (cantos, novenas, rosarios), cosa que los paganos hacen igual o mejor."


THOUFIC Khouri
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Tenía varias clases de Biblias en árabe, arameo, latín y francés. Pero en realidad nunca la había leído a conciencia, es decir, tomándola con un corazón necesitado. No tenía reverencia por la Palabra de Dios ni respeto por este libro del Señor..." (87)


SIMON Kottoor
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Durante veinticinco años fui un sacerdote católico romano que seguía estrictamente los rituales de un sistema que me envolvía como una enorme e infranqueable fortaleza de oscuridad e ignorancia de la Palabra escrita de Dios..."



JOSE MANUEL de León
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Nunca se me ocurrió pensar que estaba practicando un ministerio contrario a las Santas Escrituras... Aquellos días de retiro sirvieron para ayudarme a conocer mejor la Biblia. Cuanto más leía, más me convencía que la iglesia romana estaba completamente alejada del espíritu del Evangelio... La Palabra de Cristo se cumplió mas de una vez: "Y conoceréis la Verdad, y la Verdad os hará libres" (Juan 8:32). No hice otra cosa que cumplir una de las advertencias mas solemnes con que termina la Biblia: "Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipe de sus pecados" (Apocalipsis 18:4)"



JHON Preston
(ex-Sacerdote Católico Romano)

"...No hay nada impresionante en mi conversión, ningún cambio repentino o suceso milagroso que me empujara a abandonar la Iglesia Católica Romana y entregarme a Cristo. Fue sólo la silenciosa y continua obra de la gracia de Dios y el descubrimiento diario de las equivocaciones de un sistema que se llama erróneamente Católico y Cristiano..." "...Nuestras acciones, nuestros méritos, nuestras oraciones, nuestras limosnas y nuestras penitencias nos llevan al cielo, no Jesús. Es por eso que durante mis dos años en el noviciado se me sugería que me azotara el cuerpo desnudo, besara el piso del comedor o los pies de alguno de los sacerdotes..."


CHARLES Berry
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Durante muchos años como católico sostuve la idea de que los católicos no adoran ídolos, pero ahora veía con mis propios ojos que no había diferencia entre los católicos con sus imágenes y los paganos con las suyas..." "...Se me había enseñado toda la vida a temer y desconfiar de los pastores protestantes. Se nos decía que andaban vorazmente a la pesca de ex-sacerdotes para usarlos en beneficio de sus fines perversos. Decidí correr el riesgo y así descubrí que en todo el mundo, desde los días de Jesús, ha habido gente que se puede llamar con mas propiedad cristianos bíblicos..."


JOSE Rico
(ex-Sacerdote Jesuita)
"...Vi claramente que el protestantismo no es lo que se dice del mismo, no es lo que se aprende en los corredores de los institutos teológicos católicos romanos."


J. M. A. Hendriksen
(ex-Sacerdote Católico)
"...Durante más de 15 años fui fraile, pero a pesar de lo importante que era eso a los ojos de la gente, me resultaba imposible encontrar paz y felicidad. No podía, ni puedo, vivir feliz y en paz sin conocer con certeza que mis pecados han sido perdonados, que puedo ser hijo de Dios. La Iglesia Católica Romana nunca ha podido darme esa seguridad, ni siquiera cuando era sacerdote y fraile. La Iglesia Católica Romana no me enseñó correctamente lo que era necesario. La Iglesia de Roma no me enseñó que sólo hace falta la gracia de Dios, y de parte del ser humano, sólo fe, y el camino a la misma sólo se encuentra en las Escrituras..."





BOB Bush
(ex-Sacerdote Jesuita)
"...Orábamos para que Dios cambiara la Iglesia Católica Romana para que pudiéramos seguir siendo católicos. Pero para seguir siendo católicos, ahora lo veo, teníamos que vivir una vida condicionada..." (142) "...Después de diecisiete años de lavado cerebral, el Espíritu Santo me lavó y limpió la mente. En una palabra, me estaba ocurriendo lo explicado en Romanos 12:1-2.." (143) "...En la India habíamos descubierto que el Catecismo había cambiado los Diez Mandamientos respecto de lo que estaba en la Biblia..." (143) "...Los dogmas romanos que contradicen las Escrituras están tan arraigados que no se pueden cambiar..." "...Ahora, yo amo sinceramente a los católicos y quiero ayudarlos. Quiero ayudarlos a encontrar la libertad de la salvación y la vida y las bendiciones que vienen de seguir las Escrituras. Y no tengo nada en contra de ningún católico ni de ningún sacerdote; son los dogmas y las doctrinas los que los tiene atados..."


HERMAN Hegger
(ex-Sacerdote Católico Romano.
Desde su conversión ha escrito 25 libros. Fundador del ministerio "En la Calle Recta")
"...¿Qué hice cuándo surgieron dudas? Nunca las retuve voluntariamente. Me negaba a considerar la idea de que la doctrina de mi Iglesia en realidad podía estar errada. Si por un momento hubiera aceptado la real posibilidad de error en la doctrina de mi iglesia, inmediatamente hubiera sido culpable de pecado mortal, según las enseñanzas de Roma. Esta prohibición absoluta de la duda o el cuestionamiento de la doctrina de la iglesia de Roma es la fuente de su gran poder. Los protestantes se preguntan cómo es posible que los eruditos estudien las Escrituras sin descubrir el Evangelio puro. La respuesta radica en el simple hecho de que la mente del católico romano no es libre. El católico romano está seguro de que Dios está listo para decir las palabras: "¡Apártate de mi, maldito!..."
"...Hasta ese momento, la Iglesia Católica Romana había sido mi apoyo, la roca sobre la cual había edificado mis convicciones. Ahora veía que había edificado mi casa sobre la arena. Las olas del auto-análisis honesto habían lavado la arena bajo sus cimientos, la casa se había venido abajo..."



JOSE Borrás
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...El pastor contestó todas mis preguntas con textos del Nuevo Testamento. Mis argumentos siempre eran los dichos de los papas y las definiciones de los concilios..." "...¿Ser Protestante? ¿Ser un hereje? ¿Ser un apóstata de mi fe? ¡Jamás! ¿Qué dirían mis padres, mis alumnos, y mis amigos? Mis once años de estudio quedarían sin valor. ¿Qué haría para ganarme la vida?..." "...No es suficiente ser un buen católico; la cosa que es importante y necesaria es nacer de nuevo en Cristo..."


CIPRIANO Valdés Jaimes
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Mediante la imposición de manos del obispo, se me otorgaron los poderes increíbles, engañosos y falsos que la Iglesia Católica Romana pretende dar a un hombre para engañar a otros. Se me otorgó la capacidad de perdonar los pecados de los hombres. Ese día recibí el poder de sacrificar a Cristo una y otra vez en un altar, a mi gusto y antojo. Ahora podía librar las almas del Purgatorio, un lugar inventado por Roma, mediante un ritual mentiroso y lucrativo..."



FRANCO Maggiotto
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Para entender el poder de la iglesia de Roma en todos sus dogmas uno debe entender la esencia de su idea central: EL MAGISTERIO. Es decir, el Papa y los Obispos que están en obediencia con el mismo, han utilizado todos los medios posibles para aumentar su poder. Dios, las Sagradas Escrituras, y Cristo, se han esfumado de su seno.."


JOSE Fernandez
(ex-Sacerdote Católico Romano)
"...Ningún verdadero cristiano bíblico ha cambiado jamás las enseñanzas de la Biblia y del Evangelio por el catecismo y los mandamientos de hombres. Son aquellos cristianos nominales que carecen del "poder de Dios para salvación quienes son presa de los atractivos ofrecidos por una religión materialista, ritualista, formalista y pomposa..."


Texto Adquirido en www.conocereislaverdad.org



TESTIMONIOS EN AUDIO
DE EX-SACERDOTES Y OTROS :

http://www.laplumadivina.es/15.html




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