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Lesther
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Enviado viernes, 07 de marzo, 2008 - 11:22 am:   Editar Mensaje Borrar Mensaje Ver Mensaje/Comprobar IP Imprimir Mensaje    Compartir Mover Mensaje (Sólo Moderador/Administrador) Prohibir IP de este Remitente (Sólo Moderador/Administrador)
Segun la mayoria de las biblias.. son 66 libros.. otras biblias tienen 72...

a continuacion detallamos los libros apocrifos de las escrituras hebreas o antiguo testaamento


LIBROS APÓCRIFOS DE LAS ESCRITURAS HEBREAS

13 ¿Qué son los libros apócrifos? Son los escritos que algunos han incluido en ciertas Biblias pero que otros han rechazado porque no manifiestan inspiración por Dios. La palabra griega a‧pó‧kry‧fos se refiere a cosas ‘cuidadosamente ocultas’. (Mar. 4:22; Luc. 8:17; Col. 2:3.) Ese término se aplica a libros de dudosa autoría o autoridad, o a libros que, aunque considerados de algún valor para lectura personal, carecían de prueba de inspiración divina. Estos libros se mantenían separados y no se leían en público, y de ahí la idea de ‘ocultos’. En el Concilio de Cartago, en 397 E.C., se propuso que siete de los libros apócrifos fueran añadidos a las Escrituras Hebreas, junto con añadiduras a los libros canónicos de Ester y Daniel. Con todo, no fue sino hasta mucho tiempo después, en 1546, en el Concilio de Trento, cuando la Iglesia Católica Romana confirmó definitivamente la aceptación de estas añadiduras en su catálogo de libros bíblicos. Estas añadiduras fueron: Tobías, Judit, unas añadiduras a Ester, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, tres añadiduras a Daniel, Primero de Macabeos y Segundo de Macabeos.

14 Aunque no hay ninguna razón para considerar como libro inspirado el de Primero de Macabeos, este contiene información que es de interés histórico. Suministra un relato de la lucha de los judíos por la independencia durante el siglo II a.E.C. bajo el liderato de la familia sacerdotal de los Macabeos. Los demás libros apócrifos están llenos de mitos y supersticiones y contienen muchísimos errores. Ni Jesús ni los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas los mencionaron ni citaron alguna vez.

15 El historiador judío Flavio Josefo, del siglo primero de la era común, en su libro Contra Apión (Libro I, cap. 8, secciones 38-41), hace referencia a todos los libros que los hebreos reconocían como sagrados. Escribió: “No existe entre nosotros un sinnúmero de libros en desacuerdo y en contradicción, sino solamente veintidós [el equivalente de nuestros 39 libros de hoy, como se muestra en el párrafo 11] que contienen los anales de todos los tiempos y se granjean un justo crédito. Son estos, en primer lugar, los libros de Moisés, en número de cinco, que comprenden las leyes y la tradición desde la creación de los hombres hasta su propia muerte. [...] Desde la muerte de Moisés hasta Artajerjes, sucesor de Jerjes en el trono de Persia, los profetas que siguieron a Moisés contaron la historia de su tiempo en trece libros. Los cuatro últimos contienen himnos dirigidos a Dios y preceptos morales para los hombres”. Así Josefo muestra que el canon de las Escrituras Hebreas se había fijado mucho antes del primer siglo de la era común.

16 El escriturario Jerónimo, quien completó la traducción Vulgata latina de la Biblia alrededor de 405 E.C., se expresó muy claramente en cuanto a lo que opinaba de los libros apócrifos. Después de dar la lista de los libros inspirados, contándolos como lo había hecho Josefo, de modo que los 39 libros inspirados de las Escrituras Hebreas aparezcan como 22, escribe en su prólogo de los libros de Samuel y Reyes en la Vulgata: “Así que hay veintidós libros [...] Este prólogo de las Escrituras nos fortalece en nuestra manera de tratar con todos los libros que traducimos del hebreo al latín; para que sepamos que lo que exceda de estos tiene que ponerse entre los apócrifos”.
 

Católico
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Enviado domingo, 09 de marzo, 2008 - 04:54 pm:   Editar Mensaje Borrar Mensaje Ver Mensaje/Comprobar IP Imprimir Mensaje    Compartir Mover Mensaje (Sólo Moderador/Administrador) Prohibir IP de este Remitente (Sólo Moderador/Administrador)
HOLA LESTHER:

Será un gusto poder compartir este tema contigo.


LESTHER DICE:

LIBROS APÓCRIFOS DE LAS ESCRITURAS HEBREAS

13 ¿Qué son los libros apócrifos? Son los escritos que algunos han incluido en ciertas Biblias pero que otros han rechazado porque no manifiestan inspiración por Dios.
__________________________________

Anterior a la reforma, la Biblia Vulgata, biblia oficial de la Iglesia Católica, siempre a tenido en su Canon todos los Libros Deuterocanónicos ("apocrifos")


LESTHER DICE:

La palabra griega a‧pó‧kry‧fos se refiere a cosas ‘cuidadosamente ocultas’. (Mar. 4:22; Luc. 8:17; Col. 2:3.) Ese término se aplica a libros de dudosa autoría o autoridad, o a libros que, aunque considerados de algún valor para lectura personal, carecían de prueba de inspiración divina. Estos libros se mantenían separados y no se leían en público, y de ahí la idea de ‘ocultos’.
__________________________________

Esto es falso, los libros eran leidos en publico por parte de los cristianos, solo basta con ver las referencias historicas, para conocer que los padres Apostólicos y de la Iglesia
concideraron a los Deuterocanónicos como Escritura ispirada y los citan igual que a los protocanónicos.


LESTEHR DICE:

En el Concilio de Cartago, en 397 E.C., se propuso que siete de los libros apócrifos fueran añadidos a las Escrituras Hebreas, junto con añadiduras a los libros canónicos de Ester y Daniel.
__________________________________

Está es otra falsedad, ya que antes del Concilio de Cartago, los concilios de Roma (año 382) e Hipona, (año 393) los tenían incluidos.

Para muestra un boton.



DECRETO DEL PAPA DAMASO

CONCILIO ROMANO, 382

Del canon de la sagrada Escritura

[Del mismo decreto y de las actas del mismo Concilio de Roma]

Asimismo se dijo: Ahora hay que tratar de las Escrituras divinas, qué es lo que ha de recibir la universal Iglesia Católica y qué debe evitar.

Empieza la relación del Antiguo Testamento: un libro del Génesis, un libro del Exodo, un libro del Levítico, un libro de los Números, un libro del Deuteronomio, un libro de Jesús Navé, un libro de los Jueces, un libro de Rut, cuatro libros de los Reyes, dos libros de los Paralipóntenos, un libro de ciento cincuenta Salmos, tres libros de Salomón: un libro de Proverbios, un libro de Eclesiastés, un libro del Cantar de los Cantares; igualmente un libro de la Sabiduría, un libro del Eclesiástico.

Sigue la relación de los profetas: un libro de Isaías, un libro de Jeremías, con Cinoth, es decir, sus lamentaciones, un libro de Ezequiel, un libro de Daniel, un libro de Oseas, un libro de Amós, un libro de Miqueas, un libro de Joel, un libro de Abdías, un libro de Jonás, un libro de Naún, un libro de Abacuc, un libro de Sofonías, un libro de Agéo, un libro de Zacarías, un libro de Malaquías.

Sigue la relación de las historias: un libro de Job, un libro de Tobías, dos libros de Esdras, un libro de Ester, un libro de Judit, dos libros de los Macabeos.

Sigue la relación de las Escrituras del Nuevo Testamento que recibe la Santa Iglesia Católica: un libro de los Evangelios según Mateo, un libro según Marcos, un libro según Lucas, un libro según Juan.

Epístolas de Pablo Apóstol, en número de catorce: una a los Romanos, dos a los Corintios, una a los Efesios, dos a los Tesalonicenses, una a los Gálatas, una a los Filipenses, una a los Colosenses, dos a Timoteo, una a Tito, una a Filemón, una a los Hebreos.

Asimismo un libro del Apocalipsis de Juan y un libro de Hechos de los Apóstoles.

Asimismo las Epístolas canónicas, en número de siete: dos Epístolas de Pedro Apóstol, una Epístola de Santiago Apóstol, una Epístola de Juan Apóstol, dos Epístolas de otro Juan, presbítero, y una Epístola de Judas Zelotes Apóstol [v. 162] .

ACTAS DEL CONCILIO DE HIPONA AÑO 393.

Canon 36,

"Se ha decidido que fuera de las Escrituras canónicas, nada se lea en la Iglesia bajo el nombre de Escrituras divinas. Ahora bien, las Escrituras canónicas son: Génesis, Exodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Jesús Navé, Jueces, Rut, cuatro libros de los Reyes, dos libros de los Paralipómenos, Job, Psalterio de David, cinco libros de Salomón,(Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Sabiduría, Sirac), doce libros de los profetas, Isaías, Jeremías, Daniel, Ezequiel, Tobías, Judit, Ester, dos libros de Esdras, dos libros de los Macabeos..

Es más, antes de que estos libros fueran establecidos en el Canon biblico en los diferentes concilios, los padres de la Iglesia dan testimonio que ellos tenían un canon diferente al de los judios, que incluian los libros Deuterocanónicos y los usaban igual que las otras escrituras.

La Didajé (hacia 90-100) 4,5 alude claramente al Eclo 4,31 (36). También Didajé 5,2 se refiere a Sab 12,7, y Didajé 10,3 a Sab 1,4.


San Clemente Romano (+101) aduce el ejemplo de Judit y la fe de Ester. También alude al libro de la Sab y al Eclo.

La Epístola de Bernabé (hacia 93-97 d.C.) parece aludir en 6,7 a Sab 2,12, y en 19,9 a Eclo 4,36.

San Policarpo (+ 156) cita, aunque no expresamente, en la Epistola ad Pililippenses 10,2 a Tob 4,11, o bien 12,9.

San Ignacio de Antioquía (+ 109) alude al libro de Judit 16,14 en su Epistola ad Ephes. 15,1.

El Pastor de Hermas (hacia 140‑154) tiene bastantes alu­siones a diversos libros deuterocanónicos: al Eclo, a To­bías, al 2 Mac y a la Sab.

San Justino (+ 165), en su Apología 1,46, alude a las partes deuterocanónicas de Dan 3. Y en el Diálogo con Trifón 71 acusa a los judíos de rechazar de la versión griega de los Setenta las Escrituras que testificaban en favor de Cristo.

Atenágoras (hacia 177), en su obra Legatio pro Christianis 9 cita explícitamente a Bar 3,36, considerándolo como uno de los pro­fetas.

San Ireneo (+ 202) cita a Baruc bajo el nombre de Jeremías. Aduce los capítulos 13 y 14 de Daniel, atribuyéndolos a este profe­ta. También se sirve frecuentemente del libro de la Sabiduría.


Clemente Alejandrino (+ 215) conoce todos los libros y pasajes deuterocanónicos, si exceptuamos el 1 y 2 Mac, y los considera como sagrados y canónicos.

Orígenes (+ 254) se sirve con frecuencia de todos los libros deute­rocanónicos, que él considera como inspirados, siguiendo en esto ‑como él mismo confiesa‑ la autoridad de la Iglesia: “Ausi sumus uti in hoc loco Danielis exemplo, non ignorantes, quoniam in hebraeo positum non est, sed quoniam in Ecclesiis tenetur” (“...sabemos que este ejemplo de la vida de Daniel no está en el texto hebreo, pero lo usamos porque es aceptado en las Iglesias”).

Tertuliano (+ hacia 225) cita todos los libros deuterocanónicos, excepto Tob y las partes deuterocanónicas de Est. Acusa, además, a los judíos de rechazar muchas cosas de los Libros Sagrados que eran favorables a Cristo

San Cipriano (+ 258) coloca entre las Escrituras canónicas todos los libros deuterocanónicos, a excepción de Judit.

San Hipólito Romano (+ 235) admite todos los deuterocanónicos, exceptuando Judit y las partes deuterocanónicas de Ester.

Creo que todos esto, se demuestra que la Iglesia de los primeros siglos consideraba los Libros Deuterocanónicos como inspirados.


LESTHER DICE:

Con todo, no fue sino hasta mucho tiempo después, en 1546, en el Concilio de Trento, cuando la Iglesia Católica Romana confirmó definitivamente la aceptación de estas añadiduras en su catálogo de libros bíblicos. Estas añadiduras fueron: Tobías, Judit, unas añadiduras a Ester, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, tres añadiduras a Daniel, Primero de Macabeos y Segundo de Macabeos.
__________________________________

ESto es falso, como bien demuestre anteriormente, la Iglesia consideraba a los Deuterocanónicos como Escritura inspirada. En el Concilio de Trento se definió nuevamente los libros deuterocánónicos, ante la negación por parte de la reforma protestante. Si se compara los libros oficiales del Concilio de Trento y de los Concilios anteriores, se puede ver fácilmente que contienen en su catálogo los mismos libros.


Espero tu respuesta Lesther.
 

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Enviado domingo, 09 de marzo, 2008 - 05:09 pm:   Editar Mensaje Borrar Mensaje Ver Mensaje/Comprobar IP Imprimir Mensaje    Compartir Mover Mensaje (Sólo Moderador/Administrador) Prohibir IP de este Remitente (Sólo Moderador/Administrador)
continua...

LESTEHER DICE:

15 El historiador judío Flavio Josefo, del siglo primero de la era común, en su libro Contra Apión (Libro I, cap. 8, secciones 38-41), hace referencia a todos los libros que los hebreos reconocían como sagrados. Escribió: “No existe entre nosotros un sinnúmero de libros en desacuerdo y en contradicción, sino solamente veintidós [el equivalente de nuestros 39 libros de hoy, como se muestra en el párrafo 11] que contienen los anales de todos los tiempos y se granjean un justo crédito. Son estos, en primer lugar, los libros de Moisés, en número de cinco, que comprenden las leyes y la tradición desde la creación de los hombres hasta su propia muerte. [...] Desde la muerte de Moisés hasta Artajerjes, sucesor de Jerjes en el trono de Persia, los profetas que siguieron a Moisés contaron la historia de su tiempo en trece libros. Los cuatro últimos contienen himnos dirigidos a Dios y preceptos morales para los hombres”. Así Josefo muestra que el canon de las Escrituras Hebreas se había fijado mucho antes del primer siglo de la era común.
__________________________________

Pero de ser verdad lo que se afirma amparandose en Flavio Josefo, porque los judios tubieron que reunirse en el concilio de Jamnia (año 100) despues de la era cristiana, para definir nuevamente el canon, y todo esto para oponerse a los cristianos, que usaban una versión distinta a a la de los judios. Para la Iglesia primitiva, la Versión de los LXX fue la versión utilizada.


LESTHER DICE:

16 El escriturario Jerónimo, quien completó la traducción Vulgata latina de la Biblia alrededor de 405 E.C., se expresó muy claramente en cuanto a lo que opinaba de los libros apócrifos. Después de dar la lista de los libros inspirados, contándolos como lo había hecho Josefo, de modo que los 39 libros inspirados de las Escrituras Hebreas aparezcan como 22, escribe en su prólogo de los libros de Samuel y Reyes en la Vulgata: “Así que hay veintidós libros [...] Este prólogo de las Escrituras nos fortalece en nuestra manera de tratar con todos los libros que traducimos del hebreo al latín; para que sepamos que lo que exceda de estos tiene que ponerse entre los apócrifos”.
__________________________________

Es verdad lo que se afirma en parte, ya que, aunque San Jerónimo fue un opositor de los libros Deuterocanónicos, algunas veces los cito como escritura y los tradujo a su versión latina de la Vulgata.

Esto puede aclarar un poco lo de San Jerónimo.

San Jerónimo (+ 420) parece que en un principio consideró todos los deuterocanónicos como sagrados y canónicos, pues seguía la ver­sión de los LXX, que los contenía todos. Sin embargo, a partir del año 390 en que empezó su versión directa del hebreo, influido, según parece, por sus maestros judíos, sólo admite los libros conte­nidos en la Biblia hebrea. En este sentido nos dice en el Prólogo galeato: “Hic prologus Scripturarum, quasi galeatum principium, omni­bus libris, quos de hebraeo vertimus in latinum, convenire potest, ut scire valeamus, quidquid extra hos est, inter apocrypha esse ponen­dum. Igitur, Sapientia quae vulgo Salomonis inscribitur, et lesu filii Sirac liber (Eclo) et Iudith et Tobias et Pastor non sunt in canone. Machabaeorum primum librum hebraicum repperi. Secundus grae­cus est” (“este prólogo de las Escrituras, como inicio galeato, lo encuentro oportuno en este lugar, donde traducimos los libros del hebreo al latín, de modo que sea a todos conocido que lo que no se encuentra entre estos libros debe ser considerado entre los apócrifos. Y así, la Sabiduría que popularmente se atribuye a Salomón, y el Eclesiástico o libro del Ben Sirach, y Judit y Tobías y el Pastor no están en el canon. El primer libro de los Macabeos lo encontré en hebreo, el segundo en griego”). Hacia el año 397 confirma su pensamiento negando a los deuterocanónicos todo valor probativo en materia dogmática: “Sicut ergo Iudith et Tobi et Machabaeorum libros legit quidem Ecclesia, sed inter canonicas scripturas non recipit: sic et haec duo volumina (Eclo y Sab) legat ad aedificationem plebis, non ad auctoritatem ec­clesiaticorum dogmatum confirmandam” (“Y así como la Iglesia lee sin duda los libros de Judit, Tobías y Macabeos, pero no los recibe en las Escrituras canónicas, del mismo modo estos dos volúmenes -Eclesiástico y Sabiduría- los lea la Iglesia para la edificación de los fieles, pero no para confirmar la autoridad de los dogmas eclesiásticos”). En el año 403, en una carta a Leta, en la que le da instrucciones para la educación cristiana de su hija, después de proponer el canon de los hebreos, añade esta advertencia: “Caveat omnia apocrypha. Et si quando ea non ad dogma­tum veritatem, sed ad signorum reverentiam legere voluerit, sciat... multa his admixta vitiosa” (“Tenga cuidado con todos los apócrifos. Y si de todos modos quisiera leerlos, no para fundamentar la verdad de los dogmas, sino por la reverencia de lo que representan, sepa que… en ellos hay mucho de defectuoso”). Rechaza las partes deuterocanónicas de Ester y de Daniel (en los prefacios a ambos libros), lo mismo que Baruc y la carta de Jeremías, porque los hebreos no los consideran como sagrados y canónicos.



En otros lugares de sus obras no se muestra tan tajante respecto de los deuterocanónicos. De ahí que traduzca hacia 390-391 el libro de Tobías a instancias de algunos amigos. Advierte, sin embargo, que los hebreos lo consideraban como apócrifo; pero justifica su decisión de traducirlo diciendo: “melius esse iudicans pharisaeorum displicere iudicio et episcoporum iussionibus deservire” (“es mejor oponerse al juicio de los fariseos y obedecer las ordenanzas de los obispos”). De igual modo tra­duce Judit, después que varios amigos se lo hablan pedido, pero pro­testa que los hebreos lo tenían por apócrifo, y afirma que su “auctori­tas ad roboranda illa quae in contentionem veniunt, minus idonea iudicatur” (“la autoridad de estos libros para fundamentar aquellas verdades que se ponen en discusión es tenida por menos idónea”). En el año 394 dice refiriéndose a Judit: “Legimus in Iudith, si cui tamen placet volumen recipere” (“Leemos en el libro de Judit –si se quiere aceptar este libro- que…”); en 397 pone el libro de Judit al lado de Rut y Ester: “Rut et Esther et Iudith tantae gloriae sunt, ut sacris voluminibus nomina indiderint” (“Rut, Ester y Judit son nombres de tanta gloria que llegaron a dar sus nombres a los libros santos”).Y hacia 405, hablando del mismo libro de Judit, escribe: “Hunc librum syno­dus nicaena in numero sanctarum Scripturarum legitur computas­se” (“el concilio de Nicea consideró que este libro forma parte de las Sagradas Escrituras”). De Tobías dice también en otra ocasión: “Liber... Tobiae, licet non habeatur in canone, tamen usurpatur ab ecclesiasticis vi­ris” (“El libro de Tobías, si bien no está en el canon, sin embargo lo usan frecuentemente los hombres de iglesia”).



El santo Doctor cita también frecuentemente los deuterocanónicos, considerándolos como Escritura sagrada. Han sido contadas alrededor de unas doscientas citaciones de los libros deuterocanónicos en San Jerónimo.

Bien, es tu turno Lesther.
 

Lesther
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Enviado lunes, 10 de marzo, 2008 - 09:46 am:   Editar Mensaje Borrar Mensaje Ver Mensaje/Comprobar IP Imprimir Mensaje    Compartir Mover Mensaje (Sólo Moderador/Administrador) Prohibir IP de este Remitente (Sólo Moderador/Administrador)
LAS ESCRITURAS GRIEGAS CRISTIANAS

17 La Iglesia Católica Romana dice que tiene la responsabilidad de decidir cuáles son los libros que deben fomar parte del canon bíblico, y hace referencia al Concilio de Cartago (397 E.C.), donde se formuló un catálogo de libros. Pero lo cierto es lo contrario, porque para entonces ya se había fijado el canon, con inclusión de la lista de los libros que componían las Escrituras Griegas Cristianas, no por el decreto de algún concilio, sino por la dirección del espíritu santo de Dios... el mismo espíritu que, para empezar, inspiró la escritura de aquellos libros. El testimonio de catalogadores posteriores no inspirados es valioso solamente como reconocimiento del canon bíblico, que el espíritu de Dios había autorizado.

18 La prueba que presentan catálogos antiguos. Un vistazo al cuadro acompañante revela que varios catálogos del siglo IV de las Escrituras Cristianas, fechados antes del concilio que acabamos de mencionar, están en exacta concordancia con nuestro canon actual, y otros solo omiten Revelación (Apocalipsis). Antes del fin del siglo II se aceptan universalmente los cuatro Evangelios, Hechos y 12 cartas del apóstol Pablo. Solo de algunos de los escritos más pequeños se dudaba en ciertas zonas. Esto probablemente se debía a que por una razón u otra aquellos escritos no habían circulado mucho al principio, por lo cual les tomó más tiempo ser aceptados como canónicos.

19 Uno de los más interesantes catálogos antiguos es el fragmento que descubrió L. A. Muratori en la Biblioteca Ambrosiana de Milán, Italia, y que él publicó en 1740. Aunque le falta el principio, el que llame a Lucas el tercer Evangelio indica que primero mencionaba a Mateo y Marcos. El Fragmento Muratoriano, que está en latín, data de la última parte del siglo II E.C. Es un documento sumamente interesante, como lo muestra la siguiente traducción parcial: “El tercer libro del Evangelio es según Lucas. Lucas, el bien conocido médico, lo escribió en su propio nombre [...] El cuarto libro del Evangelio es el de Juan, uno de los discípulos. [...] Y así para la fe de los creyentes no hay discordia, aun cuando se den diferentes selecciones por los hechos que hay en cada libro de los Evangelios, porque en todos [ellos] bajo el único Espíritu guiador se han declarado todas las cosas sobre su nacimiento, pasión, resurrección, conversación con sus discípulos, y su advenimiento doble, el primero en la humillación que surge del desprecio, que ya tuvo lugar, y el segundo en la gloria del poder regio, que no ha venido todavía. Por eso, es maravilloso que Juan afirme tan consecuentemente en sus epístolas estas varias cosas, y diga en persona: ‘lo que hemos visto con nuestros ojos, y oído con nuestros oídos, y nuestras manos han manejado, esas cosas hemos escrito’. Pues así no solo afirma que es testigo ocular, sino también oidor y narrador de todas las cosas maravillosas del Señor, en su orden. Además, los hechos de todos los apóstoles están escritos en un solo libro. Lucas los compiló [así] para el excelentísimo Teófilo [...] Ahora bien, las epístolas de Pablo, cuáles son, desde dónde o por qué se enviaron, ellas mismas aclaran eso a quien quiera entender. Ante todo, él escribió extensamente a los corintios para prohibirles el cisma de la herejía, entonces a los gálatas [contra] la circuncisión, y a los romanos sobre el orden de las Escrituras, dando a saber también que Cristo es el asunto principal en ellas... cada una de las cuales tenemos que considerar, pues el bendito apóstol Pablo mismo, siguiendo el ejemplo de su predecesor Juan, solo escribe a siete iglesias por nombre en el siguiente orden: a los corintios (primero), a los efesios (segundo), a los filipenses (tercero), a los colosenses (cuarto), a los gálatas (quinto), a los tesalonicenses (sexto), a los romanos (séptimo). Pero aunque escribe dos veces para dar corrección a los corintios y a los tesalonicenses, el que hay una sola iglesia difundida por toda la Tierra se muestra [?i.e., por esta escritura séptupla]; y Juan también en el Apocalipsis, aunque escribe a siete iglesias, sin embargo habla a todas. Pero [él escribió] por afecto y amor una a Filemón, y una a Tito y dos a Timoteo; [y estas] se consideran sagradas en la estimación honorable de la Iglesia. [...] Además, una epístola de Judas y dos que llevan el nombre de Juan se cuentan [...] Solo recibimos los apocalipsis de Juan y de Pedro, y este [último] algunos de nosotros no deseamos que se lea en la iglesia” (The New Schaff-Herzog Encyclopedia of Religious Knowledge, 1956, tomo VIII, página 56).

20 Se nota que hacia el fin del Fragmento Muratoriano solo se mencionan dos epístolas de Juan. No obstante, sobre este punto la enciclopedia mencionada, en la página 55, señala que estas dos epístolas de Juan “solo pueden ser la segunda y la tercera, cuyo escritor se llama a sí mismo sencillamente ‘el anciano’. Puesto que ya había considerado la primera, aunque solo de paso, con relación al Cuarto Evangelio, y allí había declarado que sin lugar a dudas creía que venía de Juan, el autor pensó que aquí podía limitarse a las dos cartas más pequeñas”. En cuanto a que aparentemente no se mencione la primera epístola de Pedro, esta fuente pasa a decir: “La hipótesis más probable es que se perdieron unas cuantas palabras, quizás una línea, en que se mencionaba que I Pedro y el Apocalipsis de Juan se habían recibido”. Por lo tanto, desde el punto de vista del Fragmento Muratoriano, en la página 56 esta enciclopedia llega a esta conclusión: “Se considera que el Nuevo Testamento está compuesto, definitivamente, de los cuatro Evangelios, los Hechos, trece epístolas de Pablo, el Apocalipsis de Juan, probablemente tres epístolas de él, Judas y quizás I Pedro, mientras seguía oyéndose oposición a otro escrito de Pedro”.

21 Alrededor del año 230 E.C. Orígenes aceptó entre las Escrituras inspiradas los libros de Hebreos y Santiago, que faltan en el Fragmento Muratoriano. Aunque él indica que algunos dudaban de su canonicidad, esto también muestra que para ese tiempo se aceptaba la canonicidad de la mayor parte de las Escrituras Griegas, y solo unos cuantos dudaban de algunas de las epístolas menos conocidas. Más tarde, Atanasio, Jerónimo y Agustín reconocieron las conclusiones a que se había llegado en listas anteriores al definir como el canon los mismos 27 libros que ahora tenemos.

22 La mayoría de los catálogos del cuadro son listas específicas que muestran cuáles eran los libros que se aceptaban como canónicos. Los de Ireneo, Clemente de Alejandría, Tertuliano y Orígenes se completan con las citas que ellos hicieron, que revelan cómo consideraban los escritos a que hacen referencia. A estos se añade la información que suplen los registros del historiador antiguo Eusebio. Sin embargo, el que estos escritores no mencionen ciertos escritos canónicos no es un argumento contra la canonicidad de estos. Simplemente sucedió que no se refirieron a ellos en sus escritos, fuera porque optaron por no hacerlo o debido a los asuntos que consideraban. Pero ¿por qué no hallamos listas exactas de antes del Fragmento Muratoriano?

23 Solo cuando se presentaron en la escena críticos como Marción, de a mediados del siglo II E.C., surgió la cuestión de qué libros debían aceptar los cristianos. Marción construyó su propio canon para que cuadrara con sus doctrinas: tomó solo algunas cartas del apóstol Pablo y una forma “corregida” del Evangelio de Lucas. Esto, junto con la masa de literatura apócrifa que para entonces se esparcía por todo el mundo, fue lo que llevó a las declaraciones que hicieron unos catalogadores en cuanto a los libros que aceptaban como canónicos.

24 Escritos apócrifos. La prueba interna confirma la división clara que se hizo entre los escritos inspirados cristianos y obras que eran espurias o no inspiradas. Los escritos apócrifos son muy inferiores, y a menudo fantásticos y pueriles. Con frecuencia son inexactos. Note lo que han dicho unos doctos sobre estos libros no canónicos:

“No se trata de que alguien los haya excluido del Nuevo Testamento: ellos se han hecho eso a sí mismos” (M. R. James, The Apocryphal New Testament, páginas XI, XII).

“Solo tenemos que comparar el conjunto de nuestros libros del Nuevo Testamento con otra literatura del género para comprender lo extensa que es la brecha que separa a unos de los otros. A menudo se dice que en verdad los evangelios no canónicos son la mejor prueba a favor de los canónicos” (G. Milligan, The New Testament Documents, página 228).

“De ningún escrito de fuera del Nuevo Testamento que se haya conservado para nosotros desde el período primitivo de la Iglesia pudiera decirse que puede añadirse apropiadamente hoy al Canon” (K. Aland, The Problem of the New Testament Canon, página 24).
 

Católico
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pARA LESTHER:

Hola Lsther, antes de continuar con esta discusión, me gustaría aclarar lo siguiente.

Si queremos llegar a algun lugar en este debate, te pido que por lo menos leas mis aportes y luego si no estas de acuerdo lo tratar de rebatir. Pero eso del copy/paste como si no, no crees?? Te lo digo, ya que nada me costaría copiar y pegar lo que dice las páginas de internet, sin necesidad de por lo menos citar algo de lo que tu escribes.

Si te das cuenta yo he aclarado con mis palabras lo que tu has copiado, y también he copiado extractos de citas de patristica cuando ha sido necesario, pero por lo menos he leido lo que copias y he tratado de refurarlo, pero tu no tratas de refutar lo que yo digo, sino que, sin más vienes y me copias otro parrafo, sin ni siquiera comentar lo que yo dijo.

Dios te bendiga.
 

Moña33
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Enviado jueves, 20 de setiembre, 2012 - 12:34 pm:   Editar Mensaje Borrar Mensaje Ver Mensaje/Comprobar IP Imprimir Mensaje    Compartir Mover Mensaje (Sólo Moderador/Administrador) Prohibir IP de este Remitente (Sólo Moderador/Administrador)
hola amigos los invitamos est 1-2-3 de Diciembre a nuestra feria catolica internacional que se celebrara en el parque de la industria te esperamos no faltes

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